lunes, 4 de mayo de 2009

Del director: A un paso del gran lío en Guaguas


Francisco Suárez Álamo
Las Palmas de Gran Canaria

Lo de Guaguas Municipales va de mal en peor. Ojalá me equivoque, pero todo apunta a una creciente calentura de buena parte del personal de la empresa de transportes, que ve cómo las promesas del grupo de gobierno municipal y de algunos dirigentes cabildicios caen en saco roto, por no decir que han sido pura y llanamente engañados. Pero con ser esto grave, que lo es, no es lo peor.
El estado de ebullición de la plantilla deriva de la sensación de que aquí se ha estado diseñando un traje a la medida y de que hay un par de modistos que han jugado con ventaja, esto es, que acudirán al proceso de privatización sabiendo de antemano qué hay que poner en la mesa para ser los elegidos. O incluso puede que sean los únicos que se presenten, que todo es posible cuando en el mundo de la empresa se extiende la sensación de que la misa de Guaguas estaba dicha antes de que el cura diese por iniciada la ceremonia. Es más:antes incluso de que el cura fuese ordenado.
Y de eso, de ceremonias, pero de la confusión, ha habido mucho en este proceso. Se ha estado contando verdades en medias, se han expuestos unos números que conducen obligatoriamente a la privatización y, sobre todo, se ha articulado todo un modelo que se sustenta en el mantenimiento de las ayudas públicas. Aquí radica probablemente la gran contradicción de todo el proceso:el Cabildo de Gran Canaria dice que no puede poner dinero para entrar en el capital de Guaguas porque sería un agravio respecto a otras empresas, pero al mismo tiempo bendice un proyecto que dará entrada a inversores privados siempre que estos cuenten con un aluvión de dinero por la vía de la Autoridad Única del Transporte. ¿Alguien lo entiende? Sinceramente, a mí me cuesta un poco.
Mientras se aclara el futuro de la empresa, algunos de los que tomarán las decisiones inmediatas y algunos de los que pueden tomarlas a largo plazo, están compartiendo viajes, mesa y mantel con demasiada frecuencia. Tanta que existen serias dudas sobre la limpieza del proceso, hasta el punto de que no descartemos que toda la privatización termine en los juzgados. Llegados a este punto, vuelvo al principio:ojalá me equivoque, pero es mucha la gasolina alrededor y demasiados los incendiarios que andan sueltos. En uno y otro bando, que conste, porque no siempre prende fuego el que lleva un mechero;a veces también lo hace quien por una imprudencia dejó que el combustible se extendiera por los alrededores.
A ver si el alcalde, cuando regrese de uno de sus frecuentes viajes al territorio continental, tiene a bien coger una guagua municipal y ponerse a hablar un ratito con el chófer. Seguro que le sacan los colores.

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